Sentado en el cordón de la vereda
La ciudad comienza a despertar
Hoy tengo ganas de observar
Cómo es la vida que nos queda.
Gente que caminamos, las pasiones
Se caen cuando sacamos las monedas.
Caminando apurados y aturdidos
Así quedan nuestros sueños e ilusiones.
Veo el mar de caras en las calles
Siento los humores, las heridas
Y no puedo soportar la clara idea
Que todos fuimos chicos algún día.
El ruido es el espejo que nos mira
Llenando el vacío cuerpo viejo
El humo nos oculta, allí a lo lejos
La falta del silencio de la hormiga.